My hunting past
-My hunting past- (mi pasado cazador)
Escuché el característico clic del picaporte al cerrar, era habitual, aunque de alguna manera hoy se sentía inseguro, casi temeroso.
Un sentimiento me inundo, tan extraño como repugnante, la inquietud. Quizá me había dejado algo, pensé y revisé mi bolso para comprobar que todo estuviera ahí, celular, billetera, llaves, cosas inútiles y útiles se encontraban donde debían estar, así que, razoné, la inquietud iba ligada a mí.
¿Había olvidado algo?, ¿mi ropa estaba manchada o mal combinada?, puse la cámara del teléfono y constate lo contrario, todo parecía estar en su lugar, luego trate de recordar si había algo importante hoy, pero tampoco era aquello, porque ni en mi agenda ni en mi memoria había algo significativo que recordar.
Seguía atormentada por la inquietud palpitante, sin embargo, habiendo revisado que todo estuviera en orden y quedándome sin tiempo de sobra, decidí salir hacia mi destino.
Baje las escaleras y salí por la portería, la calle estaba algo sola, sin embargo, sentía varias miradas que me seguían, ¿era mi imaginación? Cada que volteaba no veía ninguna atención ajena hacia mí, por lo tanto, decidí caminar más rápido para zambullirme en la multitud de gente que estaba en el transporte público esperando con ansiedad.
No fue mucho mejor, las miradas se duplicaron y algunos susurros llegaron a mis oídos, ¿Qué estarían diciendo?, mi respiración se empezó a alterar, mi uña se acercó peligrosamente a mi boca, mientras intentaba simular tranquilidad sacando el celular mientras esperaba.
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Quieta, me encontraba, aunque sabía que debía correr, adelantarme, huir, siquiera lanzar algo para protegerme, gritar también era una opción.
Parada como estatua seguía esperando mi destino aunque no quisiera hacerlo, mis lágrimas bajaban por mis pómulos, mi respiración estaba tan agitada como se podía, mi pecho subía y bajaba con adrenalina, solo debía gritar, un pequeño sonido habría ayudado, pero nada salía de mi garganta.
Está bien, no iba a poder moverme, pero aunque sea si mi cuerpo me dejara pensar, o no pensar, pero si actuara por sobrevivencia, lo que fuera, solo quería poder vivir un día más. Mi bolso se encontraba a mis pies, recordatorio de mi impotencia. Me estaba quedando sin oxígeno para seguir de pie en aquel callejón, oscuro y solitario.
-Eh, señorita se encuentra bien?
Tan oscuro y solitario como mi casillero de secundaria, o el espacio que separaba mi cama del suelo, e incluso tan pequeño como el agujero de la cocina. Pequeña, silenciosa, asustada como un pequeño ratón, viendo cosas que no debería haber visto, guardando preguntas que nunca tendrán respuesta, porque si alguien descubriera lo que sabía no habría vivido tan es paz hasta hoy en día.
Siempre escondida ¿Qué más podía hacer una pequeña huérfana más que arrodillarse como bien sabía y tapar su boca y nariz para no dejar salir un descuidado grito?, diminuta como me sentía ahora, me escondí de la trama que me perseguía.
Se escucharon gritos, siempre había gritos, y la policía, y los vidrios rotos, siempre había una ambulancia y personas extrañas que trataban de reconfortar. Siempre sangre manchando mis manos, manchando mi vida, haciendo borrosa vista, tornando de rojo escarlata mi destruido mundo.
Siempre era la cruz partida a la mitad, cerca de mis pies, demostrando que no había olvidado el miedo de mi niña interior.
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