¿Qué se siente matar?
La idea ha llegado varias veces a mi cabeza, desde el día en que acuchille sin piedad a la gorda de álgebra en mis sueños más lúcidos, desde ahí la idea empezó a crecer como una bola de nieve, no solo por venganza, sino también por gusto, me preguntaba reiteradamente de qué manera sería más fácil.
Pensaba con vehemencia si sería a balazos, envenenado o ahogando a la persona, luego de deliberar cada camino que llegó a elegir me preguntó si me sería satisfactorio matar de esa manera, la respuesta generalmente termina en no, al fin y al cabo dependiendo las variables no me satisface por completo la respuesta, pero en definitiva no pienso gastar mi tiempo en esconder el cuerpo, siempre y cuando sea un indigente ni siquiera los que le acompañan en su miseria dedicarán de su tiempo a hacer justicia.
Cabe considerar también que burlar a la policía daría un toque especial a matar, más que todo porque sería como jugar a escapar. Huir de la policía mientras los mantengo en un medio que pueda controlar.
Lo sigo pensando todos los días y me doy cuenta de que mis noches de insomnio sirvieron para sacar un reluciente plan homicida.
Mi razonamiento era el siguiente: coger un cuchillo de la alacena y afiliarlo con lentitud para agregarle esfuerzo a mi pequeño teatro. Luego proceder a meterlo en una chaqueta que tenga un bolsillo interno amplio y dejarlo ahí mientras recorro un barrio pobre, a las afueras de una zona de tolerancia de preferencia, rondar las calles hasta que alguien me moleste lo suficiente con cualquier acción insolente, este se convertirá en mi objetivo y con esto solo faltaría esperar el momento exacto.
El escenario que imaginé es en cuanto se desocupe, cuando los rayos naranjas le cieguen, entonces, lo seguiría mientras hago que perciba mi presencia, que sienta temor y trate de escapar como una cucaracha sin cabeza. En cuanto la luz de la luna alumbre me aseguraré de que está persona entre con cuidado a una calle vacía de preferencia un callejón embasurado.
Sacaría el cuchillo mientras el miedo le distrae y le apuñalo en el estómago, lo pateó hasta dejarle inconsciente, lo único que faltaría sería entrarlo al callejón y luego rebanarle la garganta. Entre más sangre haya, me hará sentir mejor, más si logró embarcarme del líquido carmesí hasta que mis manos acaben como un rubí.
A ese punto quedarían dos opciones, o lo escondo o lo dejó. Si llego a tener guantes buscaré guardar el cuerpo, quitaré cualquier rastro mío y luego podría quemarlo o meterlo en un río para que se termine de podrir. De lo contrario, revisaría con cuidado cada detalle que pudiera delatarme, me agarraría el pelo antes del asalto y no escupiría, ni tocaría el cadáver; podría dejarlo en el callejón o tirarlo a la acera, también podría despedazarlo y repartirlo por el barrio para imitar una advertencia de cualquier banda criminal.
Las cámaras y las evidencias a la vista no me interesarían, con que le dé al panzón un buen monto de dinero sé que no pondrá demasiada resistencia en dejarme ir, más eso lo debo hacer antes del asesinato si no quiero que un metiche privado haga su trabajo.
Ese era mi plan perfecto, matar no es tan difícil, pensé, y a este punto estaba seguro de que me entusiasmaba de sobremanera el hecho de asesinar, que gran equivocación.
Ese indigente no puso mucha resistencia, pero logró darme un golpe, mientras lo abría no intentaba mancharme por las náuseas que me daba estar tan cerca de un pordiosero, me provoca más asco que diversión matarlo y eso llegaba a defraudarme en extremo. Veo el cuerpo decepcionado, pienso en que lo dejaré ahí sin obligar a verme más involucrado de lo que ya estoy, fumo un cigarro mientras llamo al jefe de seguridad nacional para que borre las grabaciones y venga a limpiar este desastre.
Cuando no veía el cuerpo dio un espasmo y sus malditas greñas tocaron mis Tesoni, patee su cabeza con rabia para que alejara sus gérmenes de mí, ¿Cómo se me pudo ocurrir está idea de mierda?, espero a escuchar las sirenas conocidas con desespero.
Apague mi cigarro en el cráneo desconocido y me puse en camino a mi casa en cuanto veo las luces rojas y azules alumbrar la escena, al día siguiente se encuentra en televisión, de todas las noticias, la única poca distinguida eran un grupo de pobres con carteles clamando “justicia” por su cadáver de juguete.
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