La rebelión (preludio)

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 Éramos 5 jóvenes ansiosos de cumplir un deseo, bueno, cada quien tenía su propio sueño. El mío era terminar la universidad, hacer muchos amigos y obtener muchos contactos para no solo sobresalir como el primer profesional de mi familia, sino también crecer laboralmente y darles a mis padres lo que nunca pudieron tener.


Los otros planes no diferían mucho del mío, no solo queríamos servir al planeta, sino que también queríamos conocer y experimentar, agradecer, vivir tranquilamente. Deseábamos más de lo que nos podía dar este pequeño planeta, anhelábamos salir del hueco de desgracia en el que habíamos nacido pues allí solo había criminales que no dejaban ver sus rostros ni conocer sus nombres.


Que desgracia lo que paso en nuestro 3.er semestre, otros planetas lo alababan como progreso, el nuestro sin embargo generó un nombre para aquella atrocidad “El imperio”.


Hordas de soldados se desplegaban por cada rincón prometiendo mejorar la seguridad, esa promesa iluminaba los corazones más puros de nuestro planeta y rociaba esperanza en todo aquel que quisiera salir de ahí. Era la oportunidad de conocer gente de afuera, de conocer cómo era la vida en los otros planetas, de ampliar horizontes.


La ilusión nos cegó a pesar de que él, un muchacho de nuestra edad que alegaba libertad, comenzaba a formar un movimiento de rebeldía en el que nos alertaba de la verdad que nos negábamos a creer; al inicio nadie prestó atención y todos esperábamos que apagaran su pequeño movimiento, pues aquello podría ser nuestro obstáculo para amistar con los soldados.


Semanas pasaron como agua entre los dedos y nadie había podido intercambiar más que 6 palabras con aquellas armaduras de metal, el país por fin se encontraba invadido por la fuerza militar, fue solo entonces que con mis amigos nos dimos cuenta, no le importábamos al planeta madre. Nuestras sospechas iniciaron con conspiraciones que íbamos escuchando y se agrandaron con la cancelación de viajes al exterior, nos estaban aislando por alguna razón desconocida.


Nuestros espíritus aventureros se callaron y decidieron ir a preguntar al único que podría saber todo de aquel incidente. Él nos confirmó lo que pensábamos, de hecho nos confirmó algo peor de lo que pensábamos, cada cosa que nos decían los de la resistencia nos hacía querer salir corriendo y volver a la ignorancia inicial en la que estábamos, por desgracia tomar o no esa decisión no solo costaría vidas.


Cuando al fin nos habían relatado todo, agradecimos y nos retiramos en silencio queriendo ir a avisar a nuestros seres queridos, por lo que supe la mayoría lo intento, incluyéndome a mí, sin embargo no contábamos con que nos ignoraran tal como los habían ignorado a ellos. Había veces en las que la esperanza era la pala para cavar una tumba propia.


El tiempo, sin embargo, seguía corriendo sin descanso y la decisión más importante de nuestra vida tenía un tiempo límite que se acercaba peligrosamente. Dos de nuestros compañeros se quedaron, no podían pensar en abandonar a ninguno de sus amados conocidos, el resto decidimos irnos, no podíamos permitir que cayeran nuestra voz ni la de los que no volveríamos a ver jamás, no podíamos permitir que cayera la voz del planeta Mi-003.


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En la nave no había más que silencio, un silencio que anunciaba lo que nuestros rostros trataban de no expresar, algunos ojos llorosos y otras respiraciones agitadas se podían ver por aquí y por allá, rostros decaídos demostraban nuestra impotencia de no poder a conversar con alguien que no fuera del grupo que ahora estaba conformado.


No podríamos conocer rostros nuevos o pasar el tiempo sin una tela cubriendo nuestro rostro, de ahora en adelante estábamos y éramos solo nosotros, esperaba que nada de esto nos afectara lo suficiente como para abandonar.


Para encontrar el reto de está semana: La rebelión (preludio)



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