La carta
Cada día se acerca más la boda de Mar, y por eso mismo últimamente todo se trata de ella.
Vestidos, el martes, maquillaje, el miércoles, votos, todas las noches sin falta, confirmación de invitados hasta el último día tendía que estar pendiente de eso, cuánto desearía que Mar nunca hubiera dicho que sí.
Nuestra casa siempre está llena de gente desde que se dio la noticia, pero los últimos días han sido infernales, pues no solo estaban llegando amigos y familiares sino que vecinos y compañeros venían a ver que estaba pasando. Era absurda la revolución que se estaba armando alrededor de una boda.
El dinero que llegaba a la casa desaparecida tan pronto tocaba la cuenta bancaria de mis padres, ya que "una boda no era tan barata", por lo menos no cuando los padres de las novias se peleaban por ver quién ponía más esfuerzo en hacer que ese día fuera perfecto.
Habían contratado catering, salón de eventos, meseros e incluso entretenimiento, todo era demasiado paradisiaco como para que se repitiera en ocasión alguna.
Una vez más pisábamos el salón en el que se celebraría la fiesta postboda, ya era la cuarta vez esta semana y el salón seguía igual que cuando nos lo mostraron para alquilarlo, ¿para qué veníamos tanto si no íbamos a hacer nada en él?
Irritada, me fui a sentar en la tarima de madera que se encontraba en el centro del lugar.
Escuchaba como mis padres comentaban con emoción donde iría cada cosa, yo mientras eso, me recueste para ponerme a jugar en el celular. De pronto sonó un papel rasgándose, era algo debajo de mí, estaba segura, por lo que me pare de un salto antes de ver que se había roto.
Mis padres también se acercaron, pues mi reacción había sido demasiado exagerada, sus rostros cambiaron de preocupación a curiosidad una vez que les mostré un sobre de papel roto y bastante abultado en el que me había sentado.
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La llegada a casa parecía no alegrar a nadie, Mar aún no se encontraba dentro y mis padres resoplaban con alivio mientras decidían qué hacer con el sobre de papel que nos había dejado perplejos hace ya unas horas, ni firma ni introducción tenía la carta, pero se podía sentir como si el escritor fuera un amigo cercano que nos alertaba del desastre de una forma estridente.
La casa se quedó en silencio absoluto hasta que Mar hizo su llegada por la tarde, alegre contaba todo lo que había hecho y planeado con sus amigas para la despedida de soltera, el ambiente que estaba muy apagado, se encendió de repente para que ella no sospechara y las palabras y las risas volvieron a tomar su lugar en la casa.
Parecía que habían tomado una decisión y yo no iría en contra de ella.
Seguí en mi celular, tratando de olvidar las letras que nos habían causado tanta desdicha unos momentos antes, sin embargo, sin poderme librar de tales declaraciones, decidí comentárselo a mi ataúd de secretos, mi novio.
La conmoción que causaba la mínima oración, me hizo tener que borrarla y cambiarla varias veces antes de proceder a llamarlo para hacer más fácil el proceso de liberar la información, más el receptor no parecía nada sorprendido, es más, él denotaba una mezcla de emoción y felicidad, como si mi hermana estuviera a punto de casarse con la persona que pensábamos que era Alicia.
Regocijos y felicitaciones sonaban al otro lado de la línea aparte de música estridente, claro que estaba en el bar con sus amigotes, en estos casos me preguntaba seriamente si debería romper con aquel imbécil que odiaba a la novia de mi hermana, aunque con lo que habíamos descubierto, no era nada raro que Brandon odiara a esa infeliz.
Bloquee mi celular, necesitaba un respiro, lo deje en la sala para luego subir de prisa a mi habitación, me puse los audífonos y le subí a la música hasta que me quedé dormida sin darme cuenta.
La ausencia de música me despertó a media noche, mi celular quizá se había quedado sin carga, o también era probable que se hubiera empezado a interrumpir la conexión bluetooth, puesto que estaba muy lejos. Me quité los audífonos, me puse pijama y me dispuse a dormir otra vez, pero mis párpados parecían arder con su contraparte cada que los cerraba, odiaba despertarme a media noche.
Sin ninguna solución baje para recoger mi celular y de paso agarrar un bocadillo, baje las escaleras pensando en que sería mejor, si un cereal o un sandwich, tome mi celular sin prestar mucha atención y me dirigí a la cocina para decidir mi bocadillo.
Nada más pasar el umbral noté una sombra acurrucada al lado del pote de basura y mi cuerpo dio un salto para atrás por reflejo, con todo el movimiento era obvio que la sombra me había notado y cuando se giró hacia mí, noté una cara muy familiar con una voz rota.
-No me dijeron -
-No queríamos que pasara esto -
Un pedazo de papel era apretado contra su pecho mientras que unas fotos algo borrosas se veían regadas en el suelo.
A este punto no sabía quién era peor, si la propia Alicia por haberle hecho algo así a mi hermana o si el autor de esa carta que relataba expresamente cada uno de sus pecados, "Alicia se encuentra con diferentes personas cada noche, personas que la dejan pasar a su casa como si fuera una vieja conocida" había escrito, sumándole morbo a la situación.
Mar estaba en un lugar donde llegaba la solo luz de la luna, lo más probable era que hubiera hecho eso para no alertar a nadie, y quizá yo le podría haber mentido diciéndole que estaba leyendo cosas que no eran por la falta de luz, lamentablemente se topó con la única persona frentera de la familia, y yo, sin pensar mucho, le había dado la confirmación a sus dudas.
-Cancelaré la boda -
-Si es lo que quieres, adelante -
Mi voz era neutra mientras la de ella temblaba con ira, le di la espalda y me alejé aparentando que nuestra conversación no era diferente a nuestras charlas de media noche sobre bocadillos.
Al llegar a la habitación me tiré de nuevo en mi cama y conecte mi celular, lo prendí y me di cuenta de que había sido la conexión bluetooth lo que había fallado, así que, me volví a poner los audífonos, los conecte de nuevo y aumenté la música más de lo que ya estaba, ahora no trataba de callar voces y ruido, trataba de callar mis propios pensamientos.
Ahí tumbada en medio de mi cama aún podía escuchar el llanto de Mar en la cocina, la vida era demasiado injusta, todos estos días solo habían sido sobre ella para que al final la boda que se hallaba tan cerca terminará por ser nada.
Una pequeña gota de rabia se escapó lentamente por mi ojo, como para recordarme que alguna vez le había dicho a Mar que no me agradaba esa chica que había traído, debería haber insistido, que triste que fuera tan dejada para esas cosas.
Una tras otra, el enojo que había acumulado durante años iba mermando con cada gota y lo que tapaba la rabia se iba revelando.
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