¡Soy una Marie Sue!
Acto I
"En el inicio de los tiempos, la tierra y las plantas estaban regadas por el mundo sin control alguno, plantas inútiles y venenosas que invadían partes importantes del mundo. Las plantas no permitían que el humano satisficiera sus necesidades de manera completa en esos tiempos.
Empezó entonces la hambruna, se llegó a pensar que aquel era el final del humano pues sólo el 15% de la población podía comer todos los días, y el 30% podía comer una vez a la semana.
No obstante, el humano siempre se ha destacado por su inteligencia, la cual, acompañada por persistencia nos garantizo la supervivencia. El humano experimentó, investigó y creó alimentos que no eran inútilmente salvajes. Transalimentos Corp, nuestra empresa, fue una pieza importante en la restauración de la raza humana, luchó contra el hambre con alimentos genéticamente mejorados, remplazó cultivos inútiles con plantaciones inmensas, productivas y nutritivas."
El libro fue regresado a la biblioteca, junto a otros volúmenes. El imponente hombre dio la espalda al pequeño aprendiz para salir hacia el pasillo, caminando a una velocidad moderada para demostrarse imponente y tranquilo. Después de unos minutos caminando una puerta se abrió para él, adentro se veía un cuarto decorado por un brillante metal, dentro del cuarto varias personas se inclinaron ante la presencia del hombre. Un enorme escritorio café se mostraba en el centro de la habitación, él lo rodeó para continuar su recorrido sin detenerse hasta unas puertas de cristal que daban al exterior.
Se apoyó en la barandilla y bajo la mirada hacia unos pequeños edificios donde se encontraban sus investigadores, se fijó en la seguridad impenetrable del lugar, y en las plantaciones artificiales que brillaban con la luz del sol alrededor de las casetas de investigación, miro hacia el horizonte para ver las plantaciones artificiales afuera de su terreno que rodeaban las montañas de su campo de visión.
Se quedó mirando satisfecho hasta que sonó el reloj cucú que colgaba de la pared, entonces se retiró para sentarse enfrente del escritorio, busco perezosamente algo entre los montones de papeles apilados en el escritorio, golpeando un esfero contra el escritorio de manera que el tintineo resonara en toda la habitación. Un sirviente se acercó con lo que estaba buscando, casi tirándolo al momento de entregarlo por el temblor que le recorría.
Sin importarle, el hombre tomó el pequeño dardo entre sus dedos, soltando el esfero, examinó el dardo dando un monólogo -Qué maravilla, qué maravilla -su grave voz clamó al final de sus divagaciones -Oh, villa manzana, mi próximo gran proyecto.
Dicho esto el dardo voló con fuerza y precisión al mapa pegado a la pared del salón, clavándose en una parte desconocida para la mayoría de la gente. Siendo, sin embargo, un terreno indispensable, una muestra de resistencia y esperanza para la agricultura tradicional. Siendo, para una empresa como Transalimentos Corp una amenaza.
Un terreno que debía perecer.
Acto II
"Había una vez, en el inicio de los tiempos, tierra por montones y verde que se extendía por cada rincón. Había pasto que estaba vivo, madera que crecía sin control y comida gratis que salía de la tierra, nuestra aldea era prácticamente un paraíso.
-¿Comida gratis?
-Así es, podías tomar lo que quisieras, ya fuera de un árbol o de la tierra, no tenías que pagar por nada de lo que comías, todos éramos hermanos y nunca pasamos hambre, todo era increíble. Pero, en ese tiempo llegó el gris a dañar este mundo.
-Owwww, no me parece.
-Entre más metal y humo se esparcía por el mundo, menos color había en él, los animales empezaron a ser acorralados y las plantas dejaron de crecer. La gente empezó a morir de hambre, pues ya no había comida para nadie, solo para la gente que tenía granjas cerradas… En ese entonces, un hombre no se convenció de que eso era justo.
-Es verdad, ¡no es justo!, yo quiero comer las cosas coloridas del tapete.
-¿A que si? Por eso el gran granjero reunió a los más valientes y decidió pelear contra el imperio del metal, propuso acabar con el gris que contaminaba al mundo, aunque eso mismo le hiciera daño a él.
-Pero Arrozie, todo está gris y tiene metal, ¿Cómo piensan pelear con todo ellos solos?
-Se tienen que esforzar muchísimo, y por eso nosotros los tenemos que ayudar en lo que sea que necesiten. Nosotros somos su apoyo.
-¡Wow!, ellos son increíbles, pero yo no quiero solo ayudarlos, ¡yo quiero ser uno de ellos! -sus ojos brillaron con deseo, por primera vez en el tiempo que nos llevábamos conociendo, me alegró que ella se estuviera sintiendo así de feliz.
-¡Esa es la actitud!, pero para eso debes ser muy valiente, y ágil. Y saber diferenciar quienes son los buenos y quiénes los malos.
-¡Lo sé!, entrenaré duro para ser una de ellos ¡Regresaré el verde a la aldea!
-Sé que así será pequeña, pero por ahora es momento de dormir. Si quieres ser fuerte como ellos debes descansar tu cuerpo.
Caminamos de vuelta a la casa para poder descansar, al llegar fui a trabar la puerta con una viga, luego me dirigí a las ventanas para cerrarlas con candados. Era peligroso dejarlo abierto, mucho más con una niña. Después de asegurarme por segunda vez que todo estuviera cuidadosamente cerrado, llamé a la revoltosa que seguía en el banco de la sala.
-Vamos Uvita, a dormir.
-¿Otra vez?, ¡aún puedo ver la luz del sol!, prácticamente nos acabamos de levantar.
-Ya sabes que tienes que descansar, hay que guardar energía, vamos -le tome de la mano y la lleve hasta un colchón que estaba en el centro de la única habitación.
-Pero, tengo hambre y frío, además estoy aburrida, ¡no quiero dormir, quiero jugar!
-Uvita, ha sido un día largo, si no quieres desmayarte no te deberías mover más. -a pesar de haberla recogido, aun no podía entender cómo se debía tratar a los niños, deseaba lo mejor para ella pero no quería forzarla, no había manera de que ella respondiera bien a una orden -Aunque es verdad que está haciendo frío ¡Ya sé!, movamos el colchón al pasillo, allá hace más calor y seguro nos ayudará a quemar toda esa energía que aún tienes.
-Sí, sí -me dijo y empezó a sacar la ropa de cama para que fuera más fácil mover el colchón. Después de quitarle todo lo que tenía, tomamos el colchón de ambos lados, yo tiraba y ella empujaba -Deberíamos conseguir algo de metal o barro para cubrir esta habitación, así se mantiene caliente. -comentó cansada mientras acomodaba él colchón en el pasillo.
-Si, hagamos eso mañana.
-Bien, esa es la actitud.
Pusimos la ropa de la cama de nuevo, y pregunté -¿Ya estás cansada?
-Sí, pero aún tengo frío.
Era inevitable que lo tuviera, por lo menos a mi cuidado -Durmamos abrazadas, así compartimos el calor. -propuse, pues era lo que normalmente se haría, la acosté a mi lado y pase mis brazos por encima del pequeño bulto que formaba cada que iba a dormir, la acerque hacia mí para poder calentarla y cuando estuvimos acomodadas le susurre -Duerme, estoy aquí para cuidarte.
Esta fue una de las noches más tranquilas que había pasado en los últimos años. Y en la mañana, pude deleitarme con una de las madrugadas más brillantes que he vivido, decidí pararme y arreglarme sin que Uva se diera cuenta, para dejarla dormir un poco más.
Cuando el sol ya estaba en lo alto la llamé -Uvita, levántate, vamos afuera, toca ir por el desayuno.
-Sí, ya voy -me respondió con una voz cansada, pero aun así se levantó con energía, la alisté y salimos al patio a comenzar nuestra búsqueda matutina o más bien nuestra competencia matutina.
-¡Un gusano!
-¡Un grillo! -gritamos al mismo tiempo y nos dimos cuenta de que para ganar a la otra debíamos acelerar el paso.
-¿Ah, sí?, yo tengo una oruga -Le dije pavoneándome
-Mucho mejor, yo tengo un sapo -gritó algo lejos de mí
-¿Un sapo?, aquí no suele haber sapos, déjame ver -me acerqué y vi que ella sostenía una cosa redonda del tamaño de una palma, de color negro con verde, al rededor de él había 3 rocas moradas.
-No es un sapo, y dudo que sea comestible, ni esta cosa ni esas piedras -tome la pieza negra y la tiré entre el pasto artificial -Aunque esas piedras se parecen a los dibujos de la casa antigua.
-¡Sí!, se ven como…, se…, amm, semitas
-Semillas, querrás decir.
-¡Si eso!, ¿podemos quedárnoslas? –por favor, te lo ruego, con ellas puedo jugar a plantar o a comer.
-Si claro, podemos quedárnoslas, pero cuídalas, que no se te pierdan son muy pequeñas, y tienes que prometerme que iras a dormir cuando yo te diga, ¿trato?
-¡Trato!
-Esta bien, ahora volvamos a casa, toca limpiar esos insectos y desayunar.
-¡Desayuno! -grito y nos caminamos hacia la casa para continuar nuestra rutina, limpiamos los insectos y les quitamos la parte dura. Luego de desayunar jugamos un poco con sus nuevas piedritas y pronto llegó el mediodía, era hora de comer de nuevo.
Nos levantamos y fuimos al bosque, mientras jugábamos escuchamos unas personas peleándose, parecían serias y molestas, ¿qué los había enojado tanto?
Nos acercamos para comprobar de quienes se trataba, y vimos a unas personas bien vestidas que llevaban el símbolo que representaba a los héroes de los cuentos populares.
-¿Son esos… héroes del campo?, vamos Arrozie, me puedo unir a ellos ahora -dicho eso ella dejó mi lado y aceleró hacia donde estaban las personas desconocidas.
-Espera Uvita, no corras hacia ellos -corrí detrás de ella, nadie había visto a los héroes en un tiempo y todos sabíamos que eso ameritaba malas noticias, el imperio de metal se acercaba.
-Discúlpenla héroes - llegué a donde estaba el grupo mirando a la pequeña -Espero que no los haya molestado.
-De ninguna manera, nos alegra que esta niña haya crecido como una aliada -llegó a decir el que debía ser el líder mientras me sonreía -De hecho, quizá ameritemos algo de ayuda, la niña acaba de decir que encontraron unas semillas.
-Sí, encontramos unas piedras que parecían semillas esta mañana, ¿las quieren ver?
Las miradas de todo el grupo se tornaron hacia mí, luego entre ellos y finalmente el líder nos dijo -Por supuesto, por favor, guía el camino. -mientras tocaba mi hombro con el suyo para ponerse detrás de mí.
Emocionada me di la vuelta y dirigí el camino hacia nuestra casa, tardamos 10 minutos en llegar, puesto que nunca nos habíamos adentrado demasiado en el bosque artificial. En todo ese tiempo solo se escuchó la voz de Uva, y uno que otro si o no de parte de los héroes.
Llegamos a la entrada y los dejé pasar. Mientras Uvita buscaba las piedritas junto con el líder y se postulaba como una posible guerrera. Yo preparé el té para dar comodidad a los héroes, usé casi toda nuestra reserva de hierbas para que los héroes no pudieran saborear ni un poco del agua.
Justo cuando serví el té se escuchó un grito de alegría en la habitación y todos fueron rápido a donde provino el sonido; sin embargo, regresaron casi de inmediato a terminar el té antes de que se enfriara.
Todos agradecieron y halagaron mi cocina, pero más que todo nos agradecieron de corazón porque gracias a nosotras, ellos habían obtenido la pieza final para derrotar al imperio de metal.
Acto III
Al inicio de los tiempos se dice que había plantas por cada rincón del mundo, se dice que había comida más nutritiva, que había problemas de hambre. Se dicen muchas cosas, pero son solo pensamientos que fueron pasados de generación en generación, impuestos en nosotros, ya que la verdad desapareció junto con la naturaleza.
Cada quien tiene una versión diferente, en la mía nuestros antepasados pelearon contra la empresa Transalimentos Corp porque su propósito iba a matar de hambre a una gran población campesina, se nos dijo que llegaron a dar todo por una idea, un pensamiento algo retrógrado.
Se nos incitó a tomar esta idea y a luchar por ella, a protegerla por sobre todo. A pesar de ello, en mi versión de la realidad se necesita algo más que sentimientos, se necesitan pruebas.
En la política no se debe actuar impulsivamente, como la campesinita está actuando ahora. Como los campesinos suelen actuar… Mis antepasados y los suyos eran campesinos, pero con la monopolización de los cultivos ya no se debería llamar así a las personas de villas pobres. Pero esta humilde villa tiene algo que rememora al pasado, supongo que es la nostalgia y los sentimientos que crea lo que está impulsando nuestro partido, esta villa que tiene una imitación de bosque creada con metal y pintura.
Se nos dijo que hace muchos años había tierra en vez de cemento, que las montañas daban agua y el suelo daba comida, algo muy utópico si se piensa ahora. Es posible que en esos tiempos el bosque hubiera sido de madera y de hojas verdes, empero esos tiempos son tan antiguos como los tiempos de pelear por fuera de la política.
Ahora la importancia estaba puesta en las decisiones que se tomaban en las grandes ciudades, ¿Quién más tendría el poder de decidir si no eran ellos? Las villas como esta solo sirven para dar una idea a los votantes sobre lo que aspira el partido. Según nuestra investigación últimamente los ciudadanos han estado poniendo demasiada atención a ciertas villas vintage, como esta, si lograramos explotar el potencial de estos lugares puede que por fin superemos al partido de Transalimentos Corp.
No solo eso, según el presidente de nuestro partido estas aldeas tienen muchos más recursos que podrían potenciar nuestro partido, como encontrar implementos para crecer una planta como las semillas que encontramos, o escuchar las antiguas historias de la agricultura lo que podría ayudarnos a concientizar a la gente.
Esas eran las razones por las que habíamos venido a pesar de no tener vehículo, por eso caminamos todas las leguas que caminamos y estuvimos en todas las villas que habíamos visitado hasta el momento.
Por eso al encontrar 3 sagradas semillas nuestra alegría estaba por desbordar, de no ser por la campesinita entrometida, en este momento estaríamos brindando por nuestro éxito en la ciudad.
Pero ella rogó durante lo que fueron horas, hasta que el jefe se hartó y la dejó venir con nosotros. Debió dejarla en la villa, al fin y al cabo sería de más utilidad cuando los habitantes fueran desterrados por Transalimentos Corp, pero aquí estábamos, con ella no siendo más que una molestia, una que nos retrasaba.
En este momento el tiempo era oro, si nos retrasamos más de lo esperado podríamos perder todo el posicionamiento en el congreso, sin embargo, las decisiones del presidente siempre se obedecían, el presidente siempre veía cosas que los demás del partido no, por eso todos confiábamos en él.
Aunque tenía que agradecer que la pequeña se hubiera quedado en la villa, el tener que aguantar a dos estorbos no nos habría dejado llegar en condiciones óptimas para el debate.
Fruncí el ceño tratando de no golpearla, mi paz mental se estaba agotando. Estábamos acampando en medio de la absoluta nada gracias a que la muchacha no tenía las fuerzas suficientes para seguir de pie ¿Que tipo de lamentable excusa era esa?
Toda la noche, casi al igual que las demás fue de incomodidad e insomnio, no podía entender cómo alguien podía conciliar el sueño en el suelo. Mi puño golpeó el suelo, mis nudillos empezaron a picar, a arder, sin embargo el dolor no pudo borrar mi frustración.
Las dos semanas de recorrido estaban pasando factura a mi cuerpo, antes había sido duro y solo habíamos aguantado una semana. Y no era solo yo, el cansancio general aumentaba, ¡no éramos aventureros, éramos políticos!
A la mañana siguiente decidimos hacer una reunión para expresar nuestras preocupaciones, esperando que el presidente despidiera a la campesina y la hiciera regresar a la villa. Más, por alguna razón el presidente estaba determinado a completar el viaje con la muchacha, a pesar de los múltiples problemas que había causado en el camino.
- Presidente, piensenlo un poco ¿Qué hacemos en una selva? -abogo un compañero
-Es un atajo, eso es lo que Arroz dijo -dos compañeros intercambiaron miradas desconfiados de sus palabras, todos sabíamos que debíamos haber seguido la ruta designada.
Era momento de usar la carta de vicepresidenta -Sí, pero que va a saber Arroz de la ruta, nunca ha salido de su villa ¿Por qué confiamos en ella? -se deslizó por mis labios.
-Vicepresidenta -me regañó el presidente del partido, su mirada me reprochaba por no poder mantener el autocontrol el cual era uno de nuestros principios, el único que nunca había podido cumplir. Todo esto era una injusticia, sabía que mis palabras habían sido groseras, sin embargo todos estaban de acuerdo con ellas.
-Miren, ya casi se ve el pueblito al que vamos -resonó esa voz chillona otra vez, pensé que nos habíamos deshecho de su presencia por lo menos para esta reunión.
Mire a la distancia con sarcasmo y no vi nada más que árboles modificados genéticamente y una cortadora de Transalimentos Corp. Ojalá nunca tenga la imaginación y la fe de un campesino, me dije internamente, sería una gran desventaja en la vida social.
-Ah, cuidado, es una maquinaria maligna, si pasamos descuidadamente nos va a hacer daño, ¡incluso puede que nos convierta en tornillos!
Parpadee ante eso, no era el primer comentario estupido que la chica lanzaba sin previo aviso; sin embargo, había sido el más impactante, tanto que todos nos giramos hacia ella y quedamos en shock ¿Cuán desinformada podía estar una persona?
En el vago desconcierto que habíamos quedado no pudimos reaccionar rápidamente ante un árbol a punto de caer. Suerte que esa muchacha tenía reflejos y logró salvar al presidente de heridas que nos retrasaría mucho más.
-Señor, ¿está bien? -le tendí una mano a la persona que estaba debajo de la campesina después de salir del shock.
-Lo estoy, gracias vicepresidenta -Tomó mi mano y empujo a la campesina a un lado para poder levantarse, se notaba agobiado con razón justa, esa niña que nos estaba acompañando era todo un problema.
-Bueno -se levantó con energía una vez más con voz chillona -Toca tener cuidado, ser rápidos y sigilosos, seguro ya saben que estamos aquí, pero aún podemos pasar con seguridad.
Y me volví a preguntar seriamente ¿Podría alguien ser tan estúpido en verdad?, aunque quizás esta situación por fin convenciera al presidente de que la chica se debía quedar.
-Síganme -dijo con confianza mientras se escondía detrás de unos árboles, no cabe decir que nadie la siguió, continuamos la ruta mientras ella se “escondía y atacaba”, de vez en cuando yo resaltaba su comportamiento ante el presidente que seguía caminando con compostura y pidiendo perdón a los operadores a los que les cayeran piedras lanzadas como un supuesto ataque.
Tardamos una hora en dejar de ver la máquina y al fin la campesina había dejado de hacer el ridículo mientras decía con una sonrisa -Muy bien equipo, -giró su mirada hacia el presidente y continuó mientras le hacía ojitos -detuvimos a la maquinaria malvada de acabar con la riqueza natural.
Levantó el pulgar y siguió dando un amplio discurso mientras nadie le prestaba atención, todos avanzamos dejandola atrás. Todos, incluyendo al presidente, que aunque fingía indiferencia seguía escuchándola.
Fue por un momento corto, pero por un momento sentí que él estaba convencido de algunas locuras que ella decía.
Acto IV
Nos tomó tres semanas y media llegar a nuestro destino, en parte por el descaro del imperio de metal y en parte por mi culpa, según la vicepresidenta, ella dijo que los retrase por el escaso entrenamiento y lo infantil que era.
Pero no importaba de quien fuera la culpa pues habíamos logrado. Todos estaban muy estresados, claro que los entendía, enfrentarse a un villano tan poderoso como el imperio de metal sin un plan no era una gran idea, pero yo sabía que lo íbamos a lograr. Teníamos las semillas.
-Tranquilos equipo, les hice té para que se relajen y piensen mejor, ¡yo sé que podemos vencer!
-Gracias, Arroz -me respondió el jefe con una sonrisa cansada pero grande.
-De nada -dije alejándome con cuidado, sabía que no debía estar ahí por más tiempo.
Dos días pasaron entre el estrés, la investigación y las peleas que se empeoraban con el tiempo. No entendía por qué todo estaba tan tenso, debíamos estar juntos si queríamos vencer. Divague todo el tiempo que tuve el tercer día tratando de obtener una solución y se me ocurrió una gran idea, en las historias de los ancianos de la aldea se contaba que las plantas unían a la gente, y si teníamos semillas que se hacían plantas, ¡entonces solo debía convertir las semillas en plantas!
Seguí algunas historias que había escuchado de niña, busqué tierra sabiendo que era una cosa café, la encontré en uno de los estantes del armario, estaba en un vaso cerrado. Luego busqué un lugar pequeño para ponerla, y entonces encontré una cosa marrón clarita y rugosa que tenía huecos y unos cuantos óvalos de color piel, saque los óvalos y puse la tierra en ella.
Después gire una perilla de metal para echarle agua a la tierra. Por último recordé que los bisabuelos contaban que sus abuelos les ponían cáscaras de huevo y frouta, nunca supe a qué se referían con eso, pero vi en otro frasco unas cosas que me parecían conocidas, tome el frasco para verlo más de cerca, en eso se le cayó una etiqueta que le volví a poner de inmediato, luego saque las cosas que tenía adentro, las hice pedacitos y las puse encima a la tierra, como se suponía que debía hacer, por lo menos así se veían en los tapetes.
Después tomé un vaso y algo de algodón que estaba regado en la mesa, puse el algodón en la parte de arriba del vaso, puse las tres semillas un poco separadas unas de las otras, le puse agua al algodón y puse el vaso cerca a la ventana para que le diera el sol.
Los siguientes días estuve revisando y poniendo agua al vaso hasta que empezaron a verse cosas verdes creciendo debajo del algodón, entonces hice un hueco en la tierra y puse las semillas en los 3 huecos, luego tome más tierra y me di cuenta de que no sabía si debía cubrirlo o dejarlo así, así que decidí cubrir dos semillas y deja la tercera sin tierra arriba.
Y los demás días seguí revisando.
Así hasta el día de hoy, según ellos un día importantísimo, “el día antes del congreso”. Todo estaba mucho más alborotado que los otros días, y claramente había muchos más gritos que los otros días.
Gritos entre los cuales se escuchó un -¡No están las semillas! -y le siguieron gritos echando la culpa entre todos los miembros presentes.
Yo susurré -Yo sé donde están -pero nadie me escuchó, así que subí un poco mi tono de voz -Yo sé donde están las semillas -otra vez nada, nadie me escuchaba porque estaban más enfocados en echarse la culpa -¡Yo sé, ellas siguen aquí! -por fin todos me giraron a mirar después de mi grito.
Y entonces sonó una voz que ya conocía -Explícate campesinita, porque estoy viendo el frasco donde deberían estar y no las veo. -me comentó con ira la vicepresidenta, y yo le respondí amable, sabiendo que todo era por el estrés del momento.
-Yo las tomé, así que sé…
-¡¿Qué tú, qué?! -grito el presidente, algo que ya me esperaba -¿Por qué? -se acercó a mí y me tomó el brazo, aunque dolió un poco yo sabía que no era su intención, el estrés no lo dejaba calcular su fuerza.
-Yo quería hacer una planta para unirnos, porque las plantas…
-“Nos unen”, qué bella historia, todos la conocemos, pero por tus estúpidas fantasías acabamos de perder la única oportunidad para derrotar a Transalimentos Corp en el congreso. -me señalo mientras se acercaba a mí la vicepresidenta.
-Pero, -dije con duda -¿Una planta viva no facilitaría derrocarlos?
-Campesinita ignorante, la tierra de hoy en día, si es que encuentras tierra ahí afuera, es perjudicial para plantas naturales como las semillas que encontramos, de seguro las semillas ya se dañaron. -todos suspiraron y se descompusieron como muertos en vida.
-¿Incluso si use la del armario?
-La tierra del laboratorio -acentuó la última palabra -Es tierra procesada para imitar la tierra natural, por lo que es más apta, pero… ¿Usaste la tierra del laboratorio?
-¡Sí!, y no te preocupes la… ¿cómo se dice?, abone…, en fin, todo saldrá bien.
-¿La abonaste? -comentó otro compañero -Es decir, ¿pusiste material biológico sobre la tierra natural? -Gire mi cabeza sin entender lo que estaba diciendo, sin embargo, algo se iluminó en mi cabeza.
-Oh, eso decía la cosa pegada en el vaso cerrado, sí.
-¡¿Tomaste el material bioló…?! Dios, me va a dar un ataque, presidente permítame sacarla de aquí.
Volvieron los gritos, y las peleas, pero esta vez se estaban acercando tanto que pensé que se iban a golpear, así que cómo sabía solucionarlo, fui al armario…¿labriotio?… y tome las hojas que crecían sobre la tierra, tan hermosas como todos en la villa había prometido, ¡iba a llevar una de estas para que la villa la viera después de vencer al imperio! Las tomé y las moví hasta una mesa alta, algo alejada, y silbé con todas mis fuerzas hasta que todos me vieron.
-¡Que te calles campesina! -grito la vicepresidenta, sin embargo, después se quedó sin palabras, seguro las plantas le habían dado algo de paz.
Después de ese comentario pasaron minutos en los que nadie dijo nada, pero todos vieron las plantas, entonces el primero que alzó la voz fue el presidente -¿Es eso…una planta de verdad?
Acto V
Estaban a punto de librar batalla según la joven, a punto de ganar al partido más poderoso según los del partido Terravida, a pocos minutos de empezar la batalla más fuerte que había librado el grupo Transalimentos según el presidente. Aunque lo único cierto es que todos estaban algo nerviosos sentados en el congreso, todos menos la joven dejada en la habitación.
No obstante, ella estaba más que convencida de que se necesitaba su ayuda en el “campo de batalla”, así que se puso uno de los trajes de repuesto que encontró en la oficina y se puso en camino hasta que encontró un amplio edificio que cumplía con las características que sus compañeros habían especificado.
Ya habían pasado algunas horas del inicio del congreso cuando ella pasó por las grandes puertas que la maravillaban, paso por dos de ellas, separadas por un largo pasillo donde reflexiono que debería hacer, al pasar por la segunda puerta ella había establecido a la perfección las acciones que iba a tomar en contra del “Imperio”.
Nada más cruzar la segunda puerta de madera, la chica buscó con su mirada a la gente que parecía llevar predominantemente gris y se abalanzó hacia él que parecía ser su líder, lanzó golpes y patadas con una idea fija en su cabeza “Nadie va a hacer daño a mis amigos o a las plantas, nunca más”
Por más golpes y gritos que ella lanzó, fue básicamente en vano su esfuerzo, pues fue arrastrada con rapidez afuera del salón por el partido Terravida, ellos tenían la idea de reclamarle por la actitud visceral que había demostrado en un lugar tan respetable como en el que estaban, sin embargo, sabiendo que esa conversación no llevaría a nada productivo, el propio presidente del partido decidió darle las plantas y le encargó la misión de llevarlas a salvo a la residencia.
Al separarse varios pensamientos recorrieron cada cabeza, pensamientos de como devolver a la muchacha a un lugar que ya no existía, de cómo deshacerse de ella o de como hacerle entender el mundo en el que ahora vivía. No obstante el pensamiento más destacado, evidentemente lo tuvo ella, quien sostuvo todo el camino de vuelta “Somos los héroes que serán recordados por el resto de los tiempos en cuanto las plantas vuelvan al mundo”
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