La sinfonía de un jardín
Los claveles y los lirios no esperan ayuda alguna, el café de sus pétalos junto con el viento baila un triste vals, mientras marchitan poco a poco ven caer sus hojas con tristeza las que alguna vez fueron sus hojas. La tierra que las rodea se encuentra árida, carcomida por la falta de agua y el exceso de materia en descomposición. Las flores delicadas se abrazan entre sí con temor a desaparecer, sin olvidar que este es el destino que les depara.
Los rojos Anturios y las Kalanchoe luchan contra el olvido que amenaza aquel marrón sin vida que los alcanza, ellos se extienden al sol y rezan por cualquier gota de agua que pueda hacerlos vivir un poco más, prolongar el sufrimiento ante la calavera que los aguarda.
Un poco cercano al centro se encuentra la fuente, carcomida por hierbas inmundas que han tomado el sitio de cada una de las flores que rodeaban el lugar, los pétalos ya hechos polvo fecundan a las nuevas hierbas que decididas a conquistar el jardín se extienden con gran agilidad.
Los árboles que aún yacen allí, despelucados y repletos de seres vivos que antes no los acompañaban, ven como el jardín pierde su magia y su vida para ser reemplazado por llanto y angustia, lo miran desde arriba mientras las golondrinas hacen sus nidos egoístamente en las ramas que antes había servido de sostén para un columpio de llantas.
El cielo no se apiada y vuelve a ser otro día sin agua, los nutrientes se acaban, las matas que antes relucían en aquel amplio jardín, hoy olvidadas vuelven a rogar al cielo porque se las ampare de nuevo.
Entre la agonía y el desespero, las rosas rodeando una pequeña cabaña se encomiendan a la madre tierra, con cuidado y un poco despintadas ven el nuevo atardecer mientras comienza a lloviznar, no es la cantidad de agua que pueda llegar a salvar a sus compañeras, no gotas grandes que tira sus pétalos y golpea violentamente sino una brisa fresca que las humedece rozando suave las tejas desgastadas del viejo granero.
Las rosas cansadas deslumbran ante el atardecer inminente y en el jardín solo ven belleza antes de despedirse de aquel mundo que tanto les había dado y que a la vez tanto les había quitado sonríen una última vez ante la hermosa puesta.
Melodía: Jardin secret de Richard Clayderman
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